¿Teletrabajo para salvar el medio ambiente? El empleo desde casa no es tan buena idea.
Existe la creencia de que trabajar a distancia puede ser una buena medida para reducir los efectos del cambio climático. Un nuevo estudio lo niega.
Si hay una tendencia en alza, esa es la del teletrabajo. Son muchos los factores por los que esta medida está llamada a extenderse en el mundo empresarial de los próximos años. Por un lado, la necesidad de conciliación de la vida laboral y familiar en aras de mejorar las condiciones de los trabajadores y, por otro, la apremiante situación climática y la necesidad de reducir todo lo posible las emisiones de carbono, que en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona se ven reflejadas en los largos atascos en sus salidas y entradas cada mañana y al final de la tarde.
Un reciente estudio de la plataforma Más Familia, que vela por la conciliación familiar de los trabajadores, refleja que el 40% de los empleados estaría de acuerdo en desempeñar sus funciones desde el hogar, con la que se obtendría además una reducción de 332.843 toneladas de CO2 al año solo en Barcelona. Al extender la estadística al marco nacional, los investigadores creen que el teletrabajo haría bajar los niveles de carbono en 3 millones de toneladas. Pero no solo saldría ganando el medio ambiente, sino que también los accidentes de tráfico descenderían, disminuyendo la mortalidad vial.
Al trabajar en casa también gastas mucha energía debido al consumo de calefacción en los hogares en invierno o de aire acondicionado en verano.
En este sentido, en 2017 se produjeron 49.289 accidentes de tráfico en el territorio nacional de camino al trabajo y que derivaron en bajas laborales, un 3% más que el año pasado, según recoge el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene del Trabajo (INSHY). En estos siniestros fallecieron 122 personas. “Estas cifras alarmantes podrían ser reducidas con un aumento del teletrabajo, debido a la menor congestión y volumen del tráfico en horas punta”, concluye el estudio.
Si cada trabajador remoto mantiene la calefacción encendida, acudir a un solo edificio de oficinas termina teniendo un impacto menor.
Lo cierto es que no del todo, o al menos no tanto. Una nueva investigaciónrealizada por una firma de consultoría británica especializada en ingeniería ha refutado la teoría de que el teletrabajo puede contribuir al cuidado del medio ambiente. Básicamente por un hecho que los científicos a favor de esta nueva forma han pasado por alto: al trabajar desde casa también gastas mucha energía, tanto en invierno como en verano, debido al consumo de calefacción en los hogares o, en épocas cálidas, de aire acondicionado.
Al final, los autores del estudio concluyen que disponer de un sitio fijo al que ir a trabajar todos los días reduce este consumo de energía privado, que en caso de hacerlo desde casa, se dispararía. Por tanto, desde este enfoque no solo sería malo para el planeta, sino también para los bolsillos del trabajador. Y en el otro lado de la baraja, las empresas aumentarían sus ingresos, lo que provocaría que la demanda del servicio aumentara y con ella la producción de energía (tanto renovable como no renovable). Hay que tener en cuenta que algunos hogares españoles poseen calefacción central; sin embargo, tan solo conforman el 10%, la mayoría es individual.
“La gestión de energía en grandes edificios de oficinas está más perfeccionada que en los hogares individuales”, observa David Symons, uno de los autores del estudio, en la ‘BBC’. “Debido a que cada trabajador remoto individual mantiene la calefacción encendida, acudir a un solo edificio de oficinas termina teniendo un impacto menor, incluso si contamos con el transporte hacia el mismo”. Por otro lado, como los veranos tienden a ser más cálidos, es probable que la demanda de aparatos de aire acondicionado crezca cada vez más, como su consumo. “Por norma general, estos dispositivos consumen mucha más energía que la calefacción”, asegura Kenneth Gillingham, profesor de Economía Medioambiental y Energética en la Universidad de Yale, para el medio británico. Es por ello que deberíamos considerar una serie de variables para evitar que la hipotética solución se convierta en un problema más grande del que era en un principio.
Una de ellas es la apuesta por los coches eléctricos, que no contribuyen a las emisiones de carbono ni a la propagación de los gases de efecto invernadero. En países como Noruega, por ejemplo, gozan de una gran popularidad en el mercado. Más del 40% de los automóviles que se vendieron a lo largo del 2019 eran eléctricos, una tendencia en aumento: las adquisiciones de este modelo de transporte crecieron un 30% respecto al año anterior, según informa ‘Electrek‘. De esta forma, el país escandinavo se ha alzado en los primeros puestos de estados menos contaminantes del globo, a diferencia de los demás, cuya dependencia de la gasolina sigue siendo la tónica dominante.
¿Es España renovable?
Evidentemente, la electricidad usada como combustión del automóvil es una energía limpia. La diferencia entre si es sostenible o no depende de dónde se extraiga la energía y cómo. En nuestro país, las renovables acaparan el 40% del total, según el último informe del operador de la red eléctrica española REE, realizado sobre el año 2018. De ellas, la energía eólica cubre el 20% de todas las necesidades del país cuyo crecimiento también se debió en parte a los sucesivos temporales de viento y lluvias que azotaron la Península. La Asociación Empresarial Eólica (AEE) ya señaló que España es el quinto país del mundo en lo que respecta a este modelo de extracción de energía.
Sin embargo, las no renovables siguen estando a la cabeza. La producción de energía nuclear volvió a ser la dominante, con el 24,6% del total, seguida de la eólica. Un dato importante a tener en cuenta es que las famosas chimeneas de estas centrales no despiden más que vapor de agua, como ya se ha demostrado, por lo que no contribuyen a aumentar las emisiones de dióxido de carbono, pero sí tienen un impacto negativo en el medio ambiente. ¿Cómo? Desde las tareas de construcción del complejo industrial hasta la generación de residuos nucleares, los cuales siguen siendo una de las mayores preocupaciones para los científicos y ecologistas, ya que su radioactividad puede tardar siglos en desaparecer.
En definitiva, hay que implementar medidas que ayuden a combatir el cambio climático y el teletrabajo puede ser una buena opción; pero lógicamente, la degradación medioambiental que producen los gases de efecto invernadero y el CO2, en consonancia con nuestro modelo de vida industrial no ayuda a la hora de reducir al máximo la huella de la contaminación. Alternativas laborales como esta pueden ser uno los primeros pasos para hacerlo, pero sin duda se necesita un cambio más grande.